febrero 21, 2007



Bernardo de Monteagudo, parte 1

Carlos Goedder
Cedice Libertad

“Bajo la dictadura, ¿Quién puede hablar de libertad?
Compadezcámonos mutuamente del pueblo que obedece
y del hombre que manda solo.”

Simón Bolívar. (Proclama, 27/08/1828).


Bernardo de Monteagudo fue un escritor y político argentino con fugaz trayectoria. Esta brevedad se vio compensada por una productividad importante: Monteagudo participó en la Independencia de Argentina, Chile y Perú. Y más aún: fue el principal colaborador de El Libertador Simón Bolívar en la Convocatoria del Congreso de Panamá. Con esta serie rescato la figura del constructor de libertad continental Monteagudo. Su vida y obra aparentemente está poco difundida en la historiografía oficial venezolana.

En el indispensable Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar se carece de entrada para Monteagudo (al menos en la segunda edición, de 1997). En la célebre biografía que D. Augusto Mijares hizo de D. Simón Bolívar, El Libertador (Academia Nacional de la Historia, 1987), Monteagudo apenas es mencionado en 2 oportunidades y sendas páginas, sin mayor detalle.

El papel de Monteagudo como diplomático responde al clima de tensión internacional que aún persistía tras la Independencia de Venezuela, Colombia, Ecuador y en medio de la liberación del Perú. El riesgo de una reacción europea, destinada a restablecer el Absolutismo en las colonias españolas, era considerable. La caída de Napoleón y con él del último vestigio de la Revolución Francesa había dado aliento a los partidarios del Antiguo Régimen en Europa, quienes se asociaron internacionalmente y sin encontrar en su afán ninguna interferencia de Inglaterra, mayor poder económico del momento. La llamada “Santa Alianza” ya había restablecido en el trono al peor monarca español de la historia, Fernando VII, mediante la acción armada de los llamados “Cien Mil Hijos de San Luis”.

Sobre esta “Santa Alianza”, se puede citar a D. Carlos Ferrera Cuesta, en su Diccionario de Historia de España:
“Creada en 1815 por las potencias que habían vencido a Napoleón, a excepción de Inglaterra, pretendió la conservación del Antiguo Régimen sobre el principio del legitimismo: la salvaguarda de las monarquías absolutas de derecho divino reinantes hasta ese momento, recurriendo si era necesario a la intervención armada en los países en que aquellas se encontraban en peligro. Una de sus actuaciones más destacadas tuvo lugar en 1823 en respuesta a las constantes demandas por parte de Fernando VII pidiendo una intervención que acabase con el régimen constitucional restaurado en 1820. En el Congreso de Verona de 1822, ante los fracasos de las intentonas absolutistas del interior, se acordó que un ejército francés entrase en España. El rey francés Luis XVIII declaró en la cámara que 100.000 franceses estaban preparados para hacer avanzar al Dios de San Luis para conservar el trono de España. La misión comenzó en abril de 1823 y los ‘Cien mil hijos de San Luis’ – llamados así por la declaración regia- tomaron el país tras una breve campaña, poniendo fin al período del Trienio Liberal”.

Mientras en España fracasaban los intentos por poner un freno constitucional y parlamentario a la tiranía absoluta del monarca, estaba claro que un próximo blanco de la represión podían ser las ex colonias españolas, recién liberadas entre 1817 y 1823.

El Libertador Bolívar, quien siempre tuvo un afán político superior a sus inquietudes bélicas inmediatas, previó con la sagacidad del Estadista el concepto de una liga internacional de naciones americanas capaz de oponerse a esta Santa Alianza. La campaña de liberación del Sur le mantenía restringido de poder ocuparse de este proyecto con la celeridad que imprimía a todo. Además, carecía para este proyecto de un civil con suficiente capacidad para elaborar los documentos necesarios y hacer las gestiones internacionales. En efecto, los hombres de leyes y los intelectuales criollos, o habían muerto o estaban en el exilio.

Monteagudo va a suplir la deficiencia y ocupará la función de asesor para este tema, durante el breve tiempo que le regaló la vida. Y es que Monteagudo es asesinado el 28 de enero de 1825 en Lima, cuando apenas han transcurrido seis semanas desde la victoria en Ayacucho.

La ansiedad de El Libertador para reunir un Congreso Internacional y oficializar la Liga tenía otro componente, propio del ego bolivariano: anticiparse a otra convocatoria. Es este momento, el que captura Mijares en su segunda mención sobre Monteagudo. El documento que usa es una carta que el historiador argentino D. Félix Luna identifica con fecha 5 de agosto de 1823, dictada en Guayaquil por Bolívar y destinada a Bernardo Monteagudo (el propio Monteagudo evitaba el uso de la partícula nobiliaria “de” en su apellido). Mijares señala:
“Noticias provenientes del otro extremo del continente, del Río de la Plata, lo alarmaban [a Bolívar]al mismo tiempo. Se trataba, según carta en que lo comunica a don Bernardo Monteagudo, de ‘un nuevo proyecto de Confederación mandado (a Buenos Aires) de Lisboa, para reunir en Washington un Congreso de Plenipotenciarios, con el designio de mantener una confederación armada contra la Santa Alianza, compuesta [la confederación] de España, Portugal, Grecia, Estados Unidos, México, Gran Colombia, Haití, Buenos Aires, Chile y el Perú’. Bolívar advierte el peligro de la artera propuesta, y alerta a Monteagudo: ‘Luego que la Inglaterra se ponga a la cabeza de esta liga seremos sus humildes servidores, porque, formado una vez el pacto con el fuerte, ya es eterna la obligación del débil. Todo bien considerado, tendremos tutores en la juventud, amos en la madurez y en la vejez seremos libertos.”

La necesidad de crear un poder continental americano era clara y el deseo de Bolívar, sustentado en su poder militar y carisma propio, era encabezar esa liga internacional. Monteagudo, nacido en el mismo año que surge la Revolución Francesa (1789) y fallecido a pocos días de culminarse la Independencia Sudamericana (1825) será el colaborador inicial.

Seguiré elaborando el asunto en la próxima entrega.

Opinión independiente.

No hay comentarios.: