febrero 12, 2007

Ibn Khaldun, entrega final
(Colección de Filosofía Económica)

Por: Carlos Goedder
Cedice Libertad
“Una prosperidad excesiva se convierte en un obstáculo verdadero.” Aristóteles. (Moral a Nicómaco).


Culmino mi reflexión sobre el filósofo musulmán Ibn Jaldún (o Khaldun), quien vivió entre 1332 y 1406 y nos legó su ‘ciencia de la civilización’, con vetas para la economía, y la historia posteriores.

La fuente a la que más recurriré es Estapé Rodríguez, quien en Ibn Jaldún: un economista del siglo XIV incluye los principales trabajos sobre el genial tunecino, lamentablemente escasos en número.

Es una pena que la obra de Ibn Jaldún haya quedado relegada por siglos. Hasta 1860 es que se traduce su obra clave, la Introducción o Muqaddima, que data de 1377. Esto podría explicar que el primer gran historiador del pensamiento económico, D. Joseph A. Schumpeter, apenas cite a Ibn Jaldún un par de veces y, como dice Haddad, “de forma esporádica”.

La originalidad de Jaldún y su vida errante excluyeron que fundase una Escuela y que otros prolongaran su obra. Como señala Boulakia: “Permanece solitario, sin predecesores y sucesores. Sin herramientas, sin conceptos preexistentes, elaboró una explicación económica general del mundo”.

Siempre es necesario recordar que Jaldún fue testigo de la decadencia y fragmentación del dominio musulmán en la cuenca mediterránea:
“Louis Baeck [1990] llama, precisamente, la atención sobre la situación del Islam a partir de la mitad del siglo XIII. Se ha perdido Persia, los mogoles amenazan desde Asia, en Egipto dominan los mamelucos y en España lo que llamamos ‘Reconquista’ determina que los musulmanes se mantengan a la defensiva”.

Y a esto se suma que la peste ha exterminado a 1 de cada 3 habitantes de Europa, Norte de África y Oriente Medio.

En tal escenario y aún con su propia vida agitada, Ibn Jaldún se toma un tiempo para construir una teoría donde evita explicaciones deterministas o religiosas para la acción humana. Ni siquiera opina si la historia avanza hacia algo mejor o peor. Para él la existencia social sólo tiene un atributo común que se repite en distintos momentos y lugares: el auge y caída de civilizaciones.

El nacimiento de la civilización se da cuando una cohesión social considerable, la ´asabiyya hace sostenible el asentamiento de grupos nómadas. La instalación sedentaria y el dinamismo que la sociedad va cobrando son fuerzas centrífugas que van desbaratando esta comunidad inicial de valores y objetivos: la gente está más dedicada a su vida privada, la población aumenta y se integran a ella inmigrantes con otras costumbres.

Jaldún opina que en este “albor civilizado” la cohesión se puede restablecer mediante la religión y, cuando la sociedad se va haciendo aún más amplia, opina que sólo la fuerza del Estado es capaz de contener la dispersión. Aún con esta creencia, Jaldún jamás recomienda un Estado despótico. Él mismo escribe: “Una forma de dirección benévola sirve como incentivo a los súbditos y les da nuevas energías para las actividades culturales”.

El crecimiento de la civilización demanda que los trabajadores se especialicen en las actividades donde son más productivos. Jaldún se anticipa a La Riqueza de las Naciones de 1776, al sugerir un concepto de división del trabajo y cuando señala esta máxima fundamental:
“La civilización y su prosperidad en los negocios dependen de la productividad y de los esfuerzos de la gente en todas las direcciones y en la búsqueda de su propio interés y beneficio”.

La decadencia tendrá su germen en la propia prosperidad. En la medida que la civilización prospera, el gusto desmedido por el placer y la correspondiente extravagancia en el gasto, impelen la fragmentación de la cohesión social. A ella contribuye el propio Estado que comienza a gastar descontroladamente, una vez que “el lujo se ha convertido en costumbre”.

El gobierno opta entonces por financiarse mediante una mayor tributación. Jaldún se anticipa a Bastiat y Laffer, señalando este efecto paradójico: los impuestos recaudados caen justamente cuanto más tasas y aranceles crea el gobierno. Y da la explicación: los ciudadanos pierden incentivo para producir cuando el fruto de su trabajo y sus bienes son apropiados crecientemente por un Estado voraz.

El declive conduce a que una nueva dinastía (Jaldún vive en tiempo de monarquías), reemplace a la que gobierna. El nuevo gobierno provendrá de algún sector social o incluso pueblo extranjero que cuente con mayor cohesión interna. Desde este punto de vista, un pueblo o grupo social, incluso menos “civilizado” pero siempre dotado de mayor ´asabiyya, impondrá sus propios valores y vendrá un nuevo auge, comenzando otro ciclo.

Estapé concluye que Jaldún “detalla este proceso de desarrollo en términos propios de los ciclos económicos, distanciándose del Estado estacionario creado por los economistas ingleses anteriores a Alfred Marshall”.
Haddad destaca que, precisamente, el mayor aporte de Jaldún es su “método orientado empíricamente, analítico, omnicompresivo y dinámico”. Jaldún hace inducción, partiendo de hechos sueltos para construir una teoría general; además considera el carácter móvil de la sociedad humana y la explica sin limitarse a una sola de sus dimensiones. Esto último provoca que en él vean antecedentes tanto historiógrafos como economistas.

Arnold Toynbee (1899-1975) dice que la filosofía de la historia de Jaldún es “la obra más grande en su género que nunca haya sido creada por ninguna mente en cualquier tiempo o lugar”.
Boulakia destaca de Jaldún “la precedencia sobre Adam Smith en lo que se refiere al principio de la división del trabajo y sobre David Ricardo en lo concerniente al principio de valor. Igualmente su teoría de la población fue elaborada antes que la de Thomas Robert Malthus. Otra anticipación genial es el papel del Estado en la actividad económica”.

Es afortunado que el miedo al terrorismo islámico origine un interés creciente por comprender la cultura musulmana. Y usualmente los investigadores occidentales quedan fascinados ante el hallazgo.

Opinión independiente.
http://www.cedice.org.ve/ carlosurgente@yahoo.es

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