marzo 12, 2007



LA GEOPOLÍTICA DEL ETANOL


Carlos Goedder


La política exterior estadounidense está promoviendo la sustitución de petróleo por nuevos combustibles. De ir adelante el proyecto, el modelo rentista petrolero, vigente durante toda la vida democrática venezolana, perdería su eje central, causando una divisoria histórica.

El objetivo declarado de la Administración Bush es que EUA alcance para 2017 una reducción de 20% en el consumo de combustible petrolero. La alternativa más inmediata que se está explorando es el uso del etanol obtenido a partir de productos agrícolas. Se trata de fermentar el azúcar que contienen plantaciones, esencialmente de caña de azúcar y maíz, para producir este alcohol, que puede usarse como aditivo a la gasolina o como combustible “puro”. Brasil lidera estos usos del etanol.

El etanol, al proceder de un “recurso renovable” como es la biomasa, tiene atractivo inmediato. Y el interés crece dada la preocupación mundial por las emisiones de carbono, asociadas a los combustibles fósiles.

Llama la atención el súbito interés estadounidense por el asunto, dado que hasta ahora la administración Bush sigue fuera del “Protocolo de Kyoto”. Y, sin dudar de las buenas intenciones, probablemente Venezuela e Irán, con su proselitismo contrario a la política exterior yanqui, sean catalizadores de la sustitución energética.

Conviene exponer aquí algunas consideraciones con fundamento cuantitativo sobre la sustitución de la gasolina mediante el uso de etanol. Usaré para ello el artículo “Combustible por Amistad”, de The Economist (3 de marzo). También “EUA y Brazil estudian Pacto de Etanol”, publicado en WSJ el 7 de marzo y firmado por el Sr. Antonio Regalado (Ambos trabajos tienen por contexto la visita del presidente Bush a Brasil el 8 de marzo). La otra referencia que uso es un estudio del Sr. Marcus Renato Xavier que se titula “La Experiencia Brasilera con Etanol de Caña de Azúcar”-publicado por el Competitive Enterprise Institute (CEI) el 15 de febrero.

El país líder en volumen producido de etanol es la propia EUA: 4.264 MM de galones en 2005. Usando la conversión yanqui (3,785 litros = 1 galón), esto equivale a 16.139 MM de litros. EUA precisaría 130.000 MM L de etanol para conseguir el objetivo energético que plantea la administración Bush para 2017 (esto es, habría que elevar la producción de etanol en 8 veces). El siguiente productor por volumen es Brasil: 4,23 millardos de galones. Aún con este volumen de producción casi idéntico, hay diferencias esenciales:

En Brasil la fuente de etanol es la caña de azúcar y en EUA es el maíz. Mientras una hectárea de cultivo de caña genera en promedio 7.080 litros de etanol, un cultivo de maíz en igual área produce 3.570 L. Luego, se precisa casi el doble de producción de maíz que de caña de azúcar para obtener 1 L de etanol.
En EUA la preferencia por el alcohol es menor. El alcohol apenas suplió 3% de las necesidades de combustible automotor en EUA durante 2005, mientras que en Brasil suplió el 40%.

En ambos países la producción de etanol está subsidiada y presenta las características proteccionistas propias del sector agrícola. En ello reside una gran debilidad de la energía “alcohólica”.

Además del subsidio oficial al agricultor, cada ciudadano estadounidense debe pagar 51 centavos de USD por galón de etanol como subsidio. A esto se suma un arancel de 54 centavos de USD por galón de etanol importado, lo cual obliga a comprar etanol local, más costoso de fabricar.

En Brasil, el programa de etanol nació en 1975, fuertemente subsidiado mediante la agencia PROALCOOL y PETROBRÁS. La reducción del gasto público y la caída de precio petrolero ralentizaron el uso de etanol. La dinamización actual surge por el encarecimiento del petróleo, unida desde 2003 a una innovación técnica: el motor flex-fuel que funciona con alcohol o gasolina indistintamente (el 80% de los carros brasileros nuevos ya lo usa). Si bien los subsidios oficiales brasileros hoy se limitan esencialmente al crédito bancario para los productores agrícolas, persiste el requerimiento de un porcentaje mínimo de alcohol en la gasolina: 20%.

El consumidor brasilero prefiere el etanol sólo cuando su precio es menor que el 70% del precio de la gasolina. Esto porque el etanol rinde menos kilómetros por L que la gasolina. En Sao Paulo, 1 L de etanol vale 2,70 USD (al tipo de cambio vigente en febrero) y 1 L de gasolina (con su 20% de alcohol obligatorio) vale 4,20 USD. Obviando la sorpresa de que un L de gasolina vale 9.000 bs en Brasil (usando cambio oficial bs/USD), lo importante es que 1 L de etanol vale 64% del precio de 1 L de gasolina y el consumidor prefiere etanol (si tiene motor apto, claro).

El modelo fundamentado en etanol demandará inversiones importantes. En Brasil se harían inversiones en los próximos 5 años totalizando 12,2 USD millardos para construir nuevas usinas (centros azucareros) y otros 2.400 USD MM para ampliar las existentes. La inversión extranjera financiaría entre 20% y 35% de la necesidad. Y es que el propio EUA ya está financiando proyectos para que sus socios comerciales produzcan etanol exento de aranceles.

Hay riesgos adicionales de proteccionismo oficial. El productor agrícola tiene un uso alternativo de la caña o el maíz como alimento y, si estas materias primas valen más que el etanol, sólo imposiciones oficiales disuadirían la producción de alimento. Al mismo tiempo, si hay menor producción de alimento habrá consecuencias sociales. El propio gobierno brasilero tuvo que bajar el porcentaje de alcohol en la gasolina de 25% a 20% dado el incremento de precio en el etanol y el potencial desabastecimiento de azúcar.

Otro obstáculo es la preocupación brasilera por el efecto de estas exportaciones sobre el tipo de cambio (la apreciación reciente del Real ya perjudica a exportadores industriales y a quienes compiten con productos importados).

Si bien Venezuela ya tiene convenios con Petrobrás para producir etanol, se debe posicionar más estratégicamente en el nuevo escenario energético y su geopolítica.


La opinión del autor es independiente.
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