diciembre 10, 2007



¿VICTORIA PÍRRICA?
Emeterio Gómez

Antes de entrar en materia, vaya una disculpa sincera para todos aquellos que insistieron en la necesidad de votar. Nuestro coqueteo abstencionista fue insensato, entre otras cosas, porque –en el afán pedagógico de debatir con los lectores el sentido estricto de la noción de racionalidad– no manejamos adecuadamente dos circunstancias decisivas que estaban operando en la realidad venezolana y que son cruciales para comprender dicha noción.

Esas dos circunstancias que impulsaban racionalmente a votar fueron: 1) los cambios impactantes producidos antes del dos de diciembre. Entre otros: el auge del movimiento estudiantil; la irrupción de Podemos, Ismael García, Baduel y Marisabel en la escena; el rechazo del propio chavismo a la Reforma; la intensificación del desabastecimiento; y finalmente, last but no least, la increíble sucesión de errores cometidos por Chávez en el último mes. Tantos y tan inauditos, que evidencian la presunta compulsión a la autodestrucción presente en la psiquis más profunda de Chakumbele.

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