Lento estrangulamiento
"Un sabio político, al que se le pidió una máxima para un buen gobierno, respondió:
Melchiore Gioia (economista) Si alguien dudaba de las intenciones gubernamentales de cercenar la libre competencia y la consiguiente desaparición de la empresa privada, dentro de poco tales dudas se despejarán, pues la aprobación, por parte de la Asamblea Nacional de la Ley Antimonopolio, Antioligopolio y la Promoción de la Justa Competencia, está ya a la vuelta de la esquina. Si el contenido del proyecto original era malo, peor es la versión final.
Comete un grave error la AN al darle luz verde a una ley cuyo objetivo es asumir el control absoluto de la actividad empresarial privada y a la vez discrimina porque las empresas del Estado quedan exentas de la ley. Podría decirse, recurriendo a un término taurino, que es la puntilla que impedirá el crecimiento de la economía en manos privadas y desestimulará la inversión de ese sector tanto interna como foráneamente.
En las democracias de libre mercado, de libre competencia, los gobiernos estimulan la iniciativa privada e incluso lo practican dictaduras como las de China y Vietnam, porque hay conciencia que al crecer la empresa privada, aumenta la oferta de trabajo, la capacidad productiva, se incentiva el mejoramiento de las personas y se supera y diversifica la producción para beneficio de sus habitantes y el país. Los hechos demuestran el fracaso del Estado empresario, pues lo único es que genera mayor burocracia, los productos de sus empresas son de pobre calidad y uniformes, y las pérdidas son cuantiosas.
La suma de esos factores no beneficia en nada a la gente y mucho menos a los de menores recursos, sumiéndose todo en retórica y la utopía. Desde 1991, Venezuela ha disfrutado de una Ley Antimonopolio (Ley de Precompetencia) que es un modelo, habiéndose inspirado sus autores en el articulado del Tratado de Roma que estimula y promueve las condiciones para la competencia y libre funcionamiento del mercado. El círculo se cierra, asfixiándonos a todos por igual. Nadie gana.
© Editorial Diario 2001
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