La Globalización vista por uno de sus protagonistas
Carlos Gonder
El presidente de la Reserva Federal (Banco Central) de EUA ha dado una conferencia reciente sobre Globalización. Sus apreciaciones son interesantes y ayudan a sistematizar este elusivo término de “Globalización”.
Hay un libro sobre el tema que vamos a comentar en pocos días, que es del periodista Thomas Friedman y se llama El Mundo es Plano. Diversos eventos que el sr. Friedman llama en inglés “flatteners” y que podemos traducir como “Homogeneizadores”, han hecho que el mundo esté más conectado y que muchos hábitos de consumo, pensamiento y en general de vida se vayan equiparando, estandarizando y haciendo más comunes en el planeta. Estos eventos incluyen la caída del Muro de Berlín, que acabó con el totalitarismo comunista en la mayor parte del planeta; la comercialización de Internet, auténtico “aniquilador del espacio y tiempo en la transmisión de inteligencia” y los nuevos métodos de trabajo internacional que incluyen la subcontratación de empleados en otros países (outsourcing).
Bernanke nos recuerda que ha habido un episodio previo de integración mundial entre 1815 y 1914. La innovación tecnológica de esta época tuvo un episodio clave en 1860: el telégrafo transatlántico. Es más, la cita que puse entre comillas para describir a Internet es justamente de un observador del siglo XIX que se refería, en su día, al telégrafo.
La globalización del Siglo XIX funcionó bajo un modelo “centro-periferia”. El Reino Unido era la “fábrica mundial” y compraba las exportaciones de materias primas de los países más abundantes en recursos naturales. El Reino Unido además exportaba capitales financieros y trabajadores al resto del mundo.
Una nación, en particular, cambio la fisonomía de aquel mapa. EUA saltó de ser un país de la periferia a ser una nación industrial. Del total de exportaciones estadounidenses, el 30% eran de productos industriales en 1840, mientras que en 1913 ya representaban el 60%. Compárese con Venezuela, un país que entonces y ahora sigue siendo periférico, al exportar esencialmente materias primas.
En esa primera globalización fue importante la actitud del Reino Unido, que se mantuvo sin restringir el comercio como sí hicieron el resto de Europa Occidental y EUA. Solamente se exigía, en Inglaterra, colocar a los productos la etiqueta de origen (el famoso “Made in”). Y EUA, aún con sus restricciones a importar manufacturas desde 1860, apenas puso obstáculos a la libre entrada de inmigrantes.
Con las Guerras Mundiales y la Gran Depresión, las naciones reprimieron esta apertura internacional. La reapertura se ha venido produciendo desde 1960 hasta hoy.
La historia de la apertura comercial y financiera transmite tres lecciones:
- La más clara es que el pilar del proceso son las nuevas tecnologías que reducen el coste de transporte y comunicación. Así que los incentivos para la invención técnica son de importancia para crear mercado mundial.
- Las políticas nacionales son determinantes críticos del grado de integración económica. Si el Reino Unido hubiese restringido el comercio después de 1840, difícilmente habría logrado el éxito que tuvo.
- La apertura comercial cambia la combinación de bienes y servicios que cada país produce y la remuneración que reciben trabajadores e inversionistas. Por esto, la interdependencia económica puede engendrar oposición al estimular cambios sociales y culturales, especialmente si hay la percepción de que algunos grupos se benefician más con el comercio que otros.
Lo diferente en la nueva globalización, según Bernanke, son cuatro características:
- Escala mayor y ritmo más acelerado de integración. El volumen total de comercio de bienes representa actualmente el 20% del Producto Interno Bruto Mundial (el PIB mundial sería el valor de los bienes de consumo final producidos por TODOS los países). En 1990 era el 15% y en 1913 llegaba al 8%.
- La distinción entre centro y periferia es menor. Esto porque cada vez más plantas industriales están funcionando en las naciones de los mercados emergentes (China e India, por ejemplo). Súmese a esto la curiosidad de que el país central en la actualidad, EUA, es más bien un receptor de capitales financieros y tiene déficit en su comercio (compra más de lo que vende al exterior).
- Los procesos de producción están fragmentados en varios países. En lugar de tener una única “cadena de montaje” en un país, cada compañía divide su proceso en varias etapas que pueden ser colocadas en países diferentes. Bernanke cita el caso de la productora de chips AMD, que tiene la línea de ensamblaje distribuida en 3 continentes. Cualquier etapa es colocada en la localidad geográfica donde resulte más rentable.
- Los mercados financieros se han hecho más maduros. Si bien, a diferencia del comercio, el flujo de capital financiero se mantiene más o menos estable respecto al PIB mundial, hay mayor variedad de instrumentos de inversión internacional. En el siglo XIX las opciones eran deuda pública externa e inversión extranjera directa. Hoy hay deuda y acciones de empresas privadas, derivados financieros y diversas estructuras para colocar activos en el exterior en casi cualquier sector.
Las naciones que se aíslen y posicionen mal en este escenario pueden salir perdiendo. Hay un término que usan los economistas para definir el grado de aislamiento de una nación y que el sr. Bernanke recuerda. Es el “Grosor de Frontera” y se usa para señalar los obstáculos que crean los gobiernos para aislar a sus ciudadanos del mundo, restringiendo el intercambio de bienes, divisas, personas e ideas. Tales restricciones, como es por ejemplo el control de cambios, pueden restar oportunidades de crecimiento y prosperidad a las naciones que las adoptan. Un caso extremo es Cuba, donde un ciudadano lleva casi 8 meses en huelga de hambre solicitando que se elimine la prohibición gubernamental de usar Internet.
Opinión Independiente
carlosurgente@yahoo.es
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